Bastante tiempo hace que llevo meditando e indagando la sustitución de mi actual sedán. Llegó el momento de sustituir mi BMW 320d y será un A4. Os aseguro que, menos fácil, ha sido cualquier cosa.
La llegada del nuevo Mercedes Benz Clase A me sedujo hasta tal punto, que me fui tras él de una manera casi abducida.

Y no ha sido casi hasta el final del periplo, que me decidí por un vehículo más acorde a la categoría en la que estoy en la actualidad, el segmento D, con el A4 como ganador por muchos motivos de peso frente a a competencia.
Y es que, sí, lo reconozco; casi bajo un peldaño el escalón que conduce de los sedanes medios (segmento D, como el Serie 3, el Clase C o el A4) a los compactos (segmento C, como el Clase A, Serie 1 o el A3), ¡pero es que la nueva Clase A tiene un peligroooo…!.
De hecho, creo que en un futuro, si nadie lo remedia, compraré un Mercedes Clase A configurado a mi gusto, a pesar del precio.

Efectivamente, ha sido el precio lo que me ha echado para atrás definitivamente con la compra, que casi llevo a cabo. Podía acceder a él, pero había opciones más apetitosas por algo menos de dinero y además, había mayor valoración de mi coche actual, lo que acabó por inclinar la balanza hacia Audi, en la figura de un A4, muy bien equipado, con un motor 1.4 TFSI de 150 CV y cambio secuencial automático S-Tronic.
En Las Palmas hay muchos concesionarios y ya, tras muchos años viviendo aquí y muchos coches comprados, sabe uno de que pie cojean todos.
Voy a hablar de concesionarios, porque en Las Palmas no es oro todo lo que reluce, como sucede en todas partes, pero la experiencia de Las Palmas es bastante vasta como para hacer una breve reflexión al respecto.
Ni que decir tiene que para alguien que sabe algo de este mundo de los coches, la compra de un vehículo nuevo se puede convertir en una auténtica odisea.
Mi caso, no es una excepción y pido disculpas a todos aquellos comerciales que me han venido atendiendo durante estos últimos meses, porque entiendo que soy puntilloso en esto de elegir coche y someto a un intenso trabajo a todo aquel que tenga a bien atenderme.
Y aquí viene el principal objeto de este post. ¿Alguien entendería que un concesionario no te atienda, pero te dé largas y, mientras esperas respuesta, pasen de ti olímpicamente?.

Pues esto pasa, al menos en mi caso, en Las Palmas de Gran Canaria y digo lo de en mi caso, porque como hagáis lo mismo con más clientes, no os quedará mucho para cerrar la puerta e iros a vuestra casa, por pésimos profesionales.
Mientras concesionarios como Flick Canarias (Mercedes), Orvecame (Volvo), Marmotor (BMW) o Domingo Alonso (Audi), me han atendido perfectamente, con una profesionalidad fuera de toda duda, algún que otro concesionario «se ha dejado ir» (teniendo posibilidades reales de hacerme cliente) y uno en concreto la ha cagado ha quedado marcado conmigo por los siglos de los siglos, amén, salvo que haya una explicación plausible para este desaire comercial.
Me refiero concretamente a Pelican Motor (Jaguar y Land Rover). Esta empresa, con la que he coincidido no pocas veces en mis búsquedas de coches cada vez que cambio de modelo, siempre me ha atendido correctamente, enseñándome el producto, generándome presupuestos, incluso realizando pruebas de rodadura para «sentir los coches».
Pero así como hasta hace un tiempo, esto era una realidad, en esta ocasión última que les he pedido razón para adquirir uno de sus vehículos, me han tratado muy bien, dándome todo tipo de presupuestos, ofreciéndome variedad de vehículos, tanto de la firma Jaguar, como de la marca Land Rover, incluso me han ofrecido las pruebas que fueran pertinentes, hasta que, al salir por la puerta del concesionario, me vio por allí el gerente.
El comercial que muy amablemente me atendió, quedó conmigo en darme en un par de días el precio de tasación de mi BMW para luego hablar de retirar uno de sus vehículos en stock, de los que me gustaron muchísimo tres modelos y de los que, por presupuesto, podía llegar a dos sin problema y al tercero con un mínimo esfuerzo extra.
Pues cuál fue mi sorpresa, que pasaban los días y no me llamaban del conce, por lo que llamé yo. La chica que me atendió, me comentó que el comercial me atendería en cuanto dejara al cliente con el que estaba tratando en aquel momento.

Tras dos días esperando la llamada, volví a intentarlo, ya sin ganas de adquirir el producto, porque me olía que algo pasaba ahí con el gerente. Llamé y me cogió el teléfono el propio comercial que me atendió en su día, contándome que estaba en un barco y que llegaba a Las Palmas en breve. Yo le dije que necesitaba esa tasación ya, para saber a qué atenerme y él respondió que no me preocupara, que al día siguiente me la daría sin falta. ¿Complicidad con el gerente o solidaridad por desconocimiento?.
Pasó el tiempo y nada de nada, así que llegó el día de comprar el coche y lo primero que hice fue dirigirme al concesionario Pelican (Jaguar y Land Rover) de Las Palmas de Gran Canaria, no para comprarles un coche, evidentemente (aunque aún me habrían podido convencer de haber tratado el asunto, puesto que me gustaban mucho un par de modelos que me ofrecieron), sino para pedirles explicaciones de por qué no me atendían.
Nada más entrar por la puerta, me recibió el gerente, quién, casi antes de dar un paso, ya me contestó que el comercial no estaba, pero que llegaría a las 18:00 horas (yo fui sobre las 17:15 horas) y que en cuanto lo viera me llamaría. Una vez más, di por buena su palabra y aún sigo esperando. ¡Parece que no hay duda de la autoría de esta, desde mi humilde punto de vista, metedura de pata comercial!.
Me fui a Domingo Alonso y adquirí lo que va a ser mi flamante nuevo A4, insisto, con un servicio de lo más profesional por parte de sus asesores de venta y jefe de ventas, al igual que sucedió en Orvecame, Flick y Marmotor.
Sin desearle mal a nadie, sí me gustaría que los señores que dirigen Pelican se pusieran las pilas en eso de atender con profesionalidad a sus clientes (sus comerciales sí lo hacen muy bien), sean estos conocidos o potenciales, debiendo atender, tanto a los que ellos saben (o creen) que están forrados, como a los clientes que no lo estamos tanto, pero que podríamos formar parte de esa familia algún día.
Ahora sí que puedo decir que se acabó mi relación con esa gente, puesto que, de su actitud, se desprende que mi dinero no debe de valer lo mismo que el de otros clientes o, simplemente, que he sido puesto en alguna lista negra por no haber adquirido coches de esa marca en el pasado cuando estaba buscando alternativas o vaya usted a saber por qué causa.
¡Si no es por nada de esto que apunto, que me lo expliquen, que no lo entiendo; ni yo, ni nadie!. ¡Y es que os estáis cubriendo de gloria!. ¿Habéis oído en vuestros cursos de reciclaje hablar de la importancia del boca-oreja?.
Esa falta de profesionalidad os va a pasar factura, amigos y yo mismo me voy a encargar de que, aquellos de quienes dependéis, os tiren de las orejas para que aprendáis a atender al público, venga éste de donde venga o penséis vosotros que tenga más dinero o menos.
No se me pasaría por la cabeza un comercio que por alguna estúpida razón que no llego a alcanzar, dejara de vender sus productos a alguien, salvo que éste fuera un tremendo ladrón, un voraz asesino en serie o un indeseable con mayúsculas, cosa que no me considero en ninguno de los extremos citados.
¡Con estos gerentes, pocas ventas os auguro, chicos y, a pesar de que cambiasteis de cara, con el nuevo concesionario, precioso por cierto, aunque la mona se vista de seda, mona es y mona se queda!.
En lo que a la sustitución de mi BMW respecta, pues nada, que me quedé con un Audi A4 chulísimo que me ofrecieron y que os dejo por aquí en este enlace, para que veáis que dos años y medio antes (sin saber que algún día lo tendría), con su aparición en el mercado, ya tuve yo ganas de hincarle el diente por su casi perfecta factura en todos los sentidos evaluables.
Mí A4 está mucho mejor equipado que el del reportaje, así que os podéis imaginar cómo es.