Wolfgang Dürheimer, presidente de Bugatti y CEO de Bentley, ha dicho que el comprador de un Bugatti tiene una capacidad económica especial, ya que como media disfruta de, ¡atención!, 84 coches en su garaje, tres aviones y un barco. Además, ha apuntado que, comparativamente hablando, el cliente medio de Bentley «solo» posee ocho coches, lo que a un mal pensado como yo, le puede llevar a deducir que para el Sr. Dürheimer, el cliente de Bentley es un pobrecito desgraciado. ¡Me pregunto qué opinará este señor del resto de la humanidad que puebla el mundo!.

Quizás es exagerada la deducción que hago sobre lo que piensa este señor de los clientes de Bentley, pero cuando utiliza el adverbio «solo» para referirse a que únicamente se pueden permitir tener 8 coches en su garaje (y esto es de mi cosecha, pero no creo que esos 8 sean Renault Twingo o Fíat Panda), me da la sensación de que piensa en los propietarios de esos majestuosos coches en clave de una suerte de desventurados sociales.
Está claro que con lo que cuesta el Veyron, (a partir de 1,5 millones de euros), te puedes comprar hasta 4 Mulsanne. Pero hay que decir que anda mucho agraciado aspirante a Bugatti por ahí porque, incluso las seis especialísimas series «Legendes de Bugatti», sobre las que también hablé en este blog hace unas semanas, con solo tres unidades producidas y 3 millones de euros de tarifa, duraron nada y menos, como se suele decir. Pese al estratosférico precio del Veyron, de las 450 unidades que se producirán, sólo quedan unas 20 por adjudicar.
Pese a que se estima que Volkswagen pierde dinero con este modelo (su coste de fabricación, según Bloomberg, asciende a 4 millones de euros), la marca francesa ya trabaja en tres prototipos de los que saldrá el sustituto del Veyron que podría ver la luz en el año 2016, bajo la supervisión del jefe de diseño del Grupo Volkswagen, Walter Da Silva.

Para mí es evidente que, si tu problema no es el dinero, tienes otro peor, que es el de hacer cosas que hacen los que no saben qué hacer con todo lo que tienen. ¿Qué lio de palabras, no?. Mejor explicado; si tienes tanto dinero que te compras un Bugatti Veyron, puedes ser el tío más respetable del mundo, así tengas otros dos, tres o cuatro coches más para darte el lujazo de cambiar de tamaños, estilos, etc. Lo del barco, perfecto y si quieres, lo del avión, también, ¿pero tres aviones, colega…?.
Si esto mismo lo haces para llenar huecos vacíos en garajes en los que caben, como mínimo, otros 83 coches, o para lucir jet distinto en cada evento al que asistes, entonces ya empieza a patinarte el bendix, o lo que es lo mismo, tienes una pedrada como un día de fiesta, campeón. Supongo que forma parte del ritual de las grandes fortunas para que los demás vean la capacidad que tienen de tirar el dinero.
Yo propongo tipificar estas conductas como delito en el Código Penal, al menos, en períodos de crisis en los que se están viendo auténticos disparates ante los que el mundo mira para otro lado. Sería algo así como limitar por Ley la capacidad infinita de la estulticia humana. ¡Lástima que la estupidez y los gastos ostentosos no delinquen!. Y si no que se lo cuenten a los de las tarjetas «black», que una vez más, se van a ir de rositas, unos devolviendo el dinero y otros no. ¡Son los mismos de siempre, por eso, las soluciones también lo son!.