Las reflexiones sobre mi nuevo coche son variadas y voy a daros algunas pinceladas para que os ubiquéis un poco. Os adelanto que se llama Volvo V40.
Aunque hace unos días subía este post hablando sobre el tema, y la opción no parecía ser ésta, la consecución de un par de experiencias me ha llevado a elegirlo sin pestañear. El precio inicial del V40 ya con un descuento importante, era el principal escollo para hacerme con él. Finalmente, ese precio pudo arreglarse y ya lo tengo en el garaje.
En esta marea de compras y ventas de coches que vivimos, una vez más, ya que parece ser que la crisis desapareció para no volver (mal asunto, porque son cíclicas), me he pasado algún tiempo desde hace unos cuantos meses.

Las reflexiones que voy a hacer a continuación no son otra cosa que eso, reflexiones, pensamientos y pálpitos personales y como tales, subjetivos, pero creo que no van muy desencaminados de la realidad.
Los últimos meses he estado oteando el horizonte premium desde la perspectiva de dos marcas, principalmente, Audi y Volvo. Pues bien, tras un tiempo dándole vueltas al asunto y tras hacer las pruebas pertinentes, el pasado viernes día 21 de abril de 2017, tomé la decisión final.

Ya tengo coche nuevo, compacto, del segmento C y premium. Para sustituir al Chevrolet Aveo que tenía desde hace casi 7 años, el vuelco ha sido brutal, aunque no hacía falta haberse ido tan arriba para superar a ese urbanita del segmento B.
En un primer momento, mi idea iba por los derroteros de adquirir un Audi A3 SportBack, pero siempre mirando de reojo al Volvo V40.

En las fotos lo veréis, pero es que estéticamente a mí cualquiera de los dos me chifla, eso sí, según el acabado que presenten, te entrarán por los ojos, o directamente echarás a correr como si no hubiera espacio suficiente en toda la Tierra, porque a niveles básicos de equipamiento, de llanta y de pintura, estéticamente dejan mucho que desear. Por eso los fabricantes se afanan en mostrar para la venta unidades diseñadas «ex professo» para ponerle los dientes largos a cualquiera que los observe.
Sin embargo, estas cosas se hacen de diferente forma en según qué casos. ¡Me explico!; como quiera que aquí nadie regala nada, lo cual desde el punto de vista mercantilista y empresarial es una evidencia, en algunos casos se presentan modelos a precios bastante asequibles con una estética de indudable belleza, acompañada de unas preciosas llantas de generoso tamaño, al alimón con unos motores tricilíndricos que ya no están tan bonitos, por decirlo finamente.

Estoy hablando concretamente de Audi, marca que, en su edición Premium Week que se celebra en estos momentos en Canarias, pero que arrancó hace unos días, pone a la venta modelos, especialmente del segmento bajo y medio, aunque también hay gangas de altos vuelos, vehículos de stock para sacarlos cuanto antes a precios realmente atractivos.
En esta edición, yo estaba presente entre los interesados a la compra de un coche del segmento C, preferiblemente (aunque estaba abierto a otras posibilidades). No fue difícil que mis ojos se clavaran en el nuevo Audi A3 SportBack por muchas razones, pero básicamente, porque es un compacto bonito a rabiar (según lo vistas), es avanzado tecnológicamente (también esto depende del equipamiento que monte para serlo más o menos) y es un coche que gusta en general por casi todos los aspectos analizables.
Mi sorpresa llega cuando veo que el famoso Audi Premium Week es un evento que, mayoritariamente, está llamado a poner a la venta vehículos demasiado básicos, especialmente en lo que a mecánica se refiere. Por contra, los pocos vehículos que se ofrecen con motores solventes, están muy poco equipados o son «difíciles de mirar», por no decir directamente, estéticamente comprometidos; colores horrorosos, llantas feísimas, interiores más pobres que mi cuenta corriente (especialmente ahora con la nueva adquisición), etc.

¡Coñe, qué bonito es ese modelo. Enséñamelo…!. Efectivamente, A3 SportBack con llanta de 18″ preciosa, color precioso e interior bonito aunque tampoco para tirar cohetes. Equipamiento S-Line (perfecto) y poco más. ¡Claro, el precio es el precio!. Empiezo a echar en falta ciertos detalles de equipamiento que para mí son vitales, aunque el comercial me explique que ese elemento que precisamente busco yo en un coche, es tan prescindible como una comilona en medio del Sahara sin bebidas que la acompañen.
Y es que esos A3 SportBack eran una «perita en dulce» para cualquiera que no busque un equilibrio difícil de mantener con esos precios de derribo entre motor, equipamiento y estética rompedora. ¡Siempre falla algo!. Y es que no puede ser de otra manera, ¿o sí?.
A lo largo y ancho de mi intensa y exigente búsqueda, he tratado de hacerme con ese A3 SportBack soñado, pero, muy a pesar de los comerciales, no ha podido ser, aunque me consta que esto no ha supuesto problema alguno para ellos, porque literalmente, se los quitan de las manos. ¡Lo entiendo, pero ese no es mi problema!. Ante la prueba que realicé al modelo 1.0 TFSI de 116 CV tricilíndrico, no pude resistirme a decir que no. Ese coche tiene casi todo lo que yo buscaba, excepto un buen motor que apoyara la causa. Anda bien, muy bien y para casi cualquier mortal, sobra, pero esas pequeñas vibraciones, ese «quiero y no puedo» ante determinadas situaciones a las que sometí al coche y ese ruido al acelerar, que me recuerda más a un Diésel con un sonido bronco que a un gasolina, me echaron para atrás. Son las cosas de la exigencia, que es como los traseros, cada uno tiene el suyo. ¡Ya sabéis qué me pasa a mí con eso de la sonoridad interior!.

A partir de esa experiencia, la cosa se complicó, porque estuve viendo alternativas que ya no cumplían otros requisitos, aunque en estos casos, los motores sí que eran muy solventes. ¡No se puede tener todo!, ¿o sí?. Quizás todo no, pero una buena parte sí.
Buena prueba de ello fue mi experiencia con Volvo, una marca no percibida a buen seguro por los comerciales de Audi como premium, pero esto es normal. Tampoco Mercedes y BMW perciben a Audi como premium, llamándola de forma despectiva «Volkswagen» y ésta es otra estupidez como un día de fiesta. ¡Parece ser que mi nuevo coche va a ser un Volvo!.
La lucha es encarnizada y la búsqueda del nuevo coche no puede ser sencilla a tenor de la competencia existente. A nivel premium, tenemos, al menos, las siguientes alternativas al Audi y al Volvo, a cuál mejor. Mercedes Clase A, BMW Serie 1 (5 puertas), Lexus CT 200h e Infiniti Q30. Ya más atrás, quedarían modelos tan legendarios como el nuevo Golf y algún que otro generalista que apunta muy alto, como puede ser el Mazda 3 o el Peugeot 308. Los Mini, que podrían situarse en la categoría premium, me parecen más coches de capricho que no valen lo que cuestan, pero ese es otro tema.
Cualquiera de los que estáis leyendo este post, os preguntaréis por qué no he sopesado si quiera, otros modelos de otras marcas. La explicación es muy sencilla; A Mercedes le pasa un poco lo mismo que a Audi con su Clase A, aunque, de momento y que yo sepa, aún no le ha llegado el tricilíndrico a sus entrañas. De todas formas, este modelo se iba en precio y me encontraría con un Mercedes poco atractivo para mí. BMW sí va de motores pequeñitos y ocurre lo mismo con los precios; se han apuntado al carro del downsizing, pero sin que repercuta en el precio a la baja; ¡que se queden con su Serie 1!. El Infiniti Q30 no me convence de entrada y estéticamente no es mi favorito tampoco. El Lexus Ct 200h es un compacto de lujo cuyo motor y sistema de cambio no es de lo mejor que he probado precisamente, aunque su manejo es delicioso.
Finalmente me decanté por el Volvo V40 que se me ofreció «in extremis» por un precio realmente espectacular. Me salió algo más caro que los A3 SportBack que se me ofrecieron, pero vi en él casi todo lo que necesitaba y, sobre todo, una mecánica solvente y acreditada.
Se trata de un Volvo V40 T2 de gasolina con nada menos que un motor Drive-E de última generación de 2.0 L de cilindrada y 122 CV. ¡Digo nada menos, no porque sea un motor de Fórmula 1, sino porque comparado con lo que he visto, blanco y en botella!.
Podrían haber metido en ese motor la «chicha» que hubieran querido. De hecho, existen variantes del motor de mi nuevo coche que arrojan más de 300 CV bajo ese mismo esquema. ¡No necesito más!. Es sedoso, silencioso, consume relativamente poco, anda de maravilla y es elástico hasta decir basta, por no citar que este compacto está considerado por propios y extraños el vehículo en su segmento más seguro del mundo; ¡me lo creo!.
La versión es la R-Design, deportiva y en lo más alto de la cúspide, junto a la lujosa Inscription. El interior es lujoso, con asientos en combinación piel y alcántara, con cockpit virtual, sistema multimedia de alto rendimiento (¡cómo suena la música ahí dentro!), con cámara de marcha atrás, con faros LED completos y su impresionante firma de luz LED diurna al ya conocido estilo del «martillo de Thor», con sistema de aparcamiento por sensores, con iluminación exterior e interior ambiental, con unas llantas que le favorecen mucho y lo visten más, de perfil bajo y deportivas a rabiar, con un sistema de climatización ideal, con todos los sistemas de seguridad de uso común habidos y por haber, incluyendo el «City Safety» avanzado y el airbag para peatones, con sistema de control de crucero y limitador electrónico de velocidad… ¡En fin, para qué voy a aburrir al personal!.
¡También mi nuevo coche tiene defectos, como no!. No entiendo cómo a estas alturas aún no se ha corregido el sistema de control de crucero, incorporando una función de retención en bajadas; si programo ir a 80 Km/h y me encuentro con una pendiente de varios kilómetros, el coche acaba embalándose y hay que pisar el freno para no terminar bajando a 120 Km/h. ¿Esto es un programador de velocidad serio?. ¡Yo voto que no!. ¡Eso sí, es más que nada, aunque esto no me consuela!. No obstante, opino que mi nuevo coche aún no tiene un programador de velocidad decente.
Debido a la llanta de 17″ (con un perfil más bajo que una llanta convencional) que calza mi nuevo coche, los baches profundos, muy típicos de nuestra orografía, y los resaltes o reductores de velocidad, no son absorbidos por el vehículo de una manera especialmente cómoda, por lo que, si no tienes cuidado, puedes rebotar más de la cuenta y eso no es precisamente confort de marcha. En firmes buenos no hay tacha alguna a ese confort, que es muy elevado, pero ojo con las trampas de la carretera.
Por lo demás, compra más inteligente que esa de un nuevo coche, puedo tardar mucho en encontrarla. Seguro que haberla hayla, como diría un gallego. ¡Ahí dejo la pregunta…!. Como ya he dicho antes, es posible una compra equilibrada en la que no falte casi de nada.
Iba a plantear una encuesta para que vosotros mismos eligierais cuál de los dos modelos os gusta más, pero como no soléis participar, os lo pregunto directamente así. ¡Quien quiera que conteste sobre el post!. ¿De tener que haber elegido, cuál te habrías llevado a tu garaje?.
Como ha dicho un buen amigo mío, para el que sabe algo de tecnología, la palabra Volvo dice mucho y yo me quedo con eso. Mi nuevo coche no lleva una estrella en el capó, pero eso es algo que a mí, particularmente, no me importa lo más mínimo, siempre y cuando, eso sí, los estándares de calidad sean también elevadísimos, como es el caso.
Para comprar uno de segunda mano 150.000 km es demasiado .???????
Hola. Yo entiendo que no, pero eso depende, lógicamente, de cómo esté el coche tratado en su vida desde que sale del concesionario. El V40 con 150.000 Km, si ha sido bien tratado, puede ser una buena inversión.
Un saludo.