El RR. Cullinan abre brecha en la cumbre de los SUV megalujosos, al incorporarse a un segmento al que no pertenece casi nadie.
De hecho, podríamos decir que sus únicos oponentes naturales pueden ser el Bentley Bentayga, el Range Rover y el Lamborghini Urus.

Con 5,34 metros de longitud, 2,16 de anchura y 1,84 de altura, este mastodonte porta en sus entrañas una mecánica de 12 cilindros, de esas que ya no se estilan, con dos turbocompresores, 6,75 litros de cubicaje y hasta 571 CV de potencia.
La tracción es permanente a las cuatro ruedas y la caja de cambios es de convertidor de par y ocho relaciones.
Tiene un maletero que, configurado a cuatro plazas, alcanza los 526 litros y a cinco, 560 litros. Si abatimos las plazas traseras, nos vamos hasta casi los 2.000 litros de volumen.
Si atendemos a las puertas (todas ellas de accionamiento eléctrico), las traseras se abren en sentido opuesto a las delanteras, muy en la línea de sus hermanos Phantom y Ghost. Las puertas suicidas (así es como se denomina este tipo de puerta) permiten un acceso extremadamente cómodo al interior.

A diferencia del Bentley Bentayga, que admite hasta siete plazas, el Cullinan admite configuraciones de cuatro (Individual seat) y cinco (Lounge seats) plazas. La de cuatro es más exclusiva, si cabe, puesto que admite nevera con copas de cristal, consola central, etc.
¡Qué podemos decir del equipamiento en un vehículo de estas características!. Pues se me ocurre que poco o nada nuevo; asientos eléctricos, con masaje, térmicos, pieles y maderas exclusivas, etc.

Por decir algo que se sale más de lo cotidiano, os comento que este Cullinan puede equipar un sistema de visión nocturna que diferencia entre animales y personas, un Head Up Display láser proyectado sobre el parabrisas de última generación u otros sistemas de nueva factura sobre los que BMW, propietaria de la lujosísima Rolls Royce, ha echado el resto los últimos años en materia de seguridad y asistencias al conductor.
Como ya os he dicho anteriormente, este Cullinan es un SUV, por lo que debería, al menos en teoría, poseer aptitudes «off road». ¡Y dicho y hecho!. La función «Off-Road» de este SUV megalujoso da al conductor las opciones de elegir entre diversas configuraciones posibles que modifican la gestión de la caja de cambios, el sistema de tracción, el motor y los distintos controles que actúan sobre el vehículo a la hora de enfrentarse a terrenos a los que, por cierto, jamás veremos involucrado al Cullinan. ¡No me lo imagino haciendo trialeras, sobre todo si eres su propietario, qué quieres que te diga!.
No creo que sea nada nuevo decir que este tipo de automóviles carecen de reductora, ya que todo va confiado a sistemas sofisticadísimos de control electrónico.

Para prestaciones, pues ya sabéis que este tipo de «súper clase» no necesitan presentación alguna; 250 Km/h de velocidad punta limitada, alrededor de 15 litros a los 100 Km de consumo medio (que ya serán 20…), etc.
Este Cullinan saldrá de la misma plataforma que da vida al Phantom actual (Architecture of Luxury), la cual está hecha de aluminio.
Los competidores, como ya he señalado, el Range Rover (alrededor de 150.000 €) y el Bentayga (alrededor de los 240.000 €). El «Lambo» Urus anda también sobre los 250.000 € de tarifa.

Dado que el nombre de nuestro protagonista hace referencia al mayor diamante jamás encontrado en 1.905, gracias al propietario de la mina de donde se extrajo, Thomas Cullinan, seguramente el precio de este Rolls Royce no se irá por debajo de los 300.000 € en configuración básica, y si no, al tiempo, máxime cuando la propia Rolls Royce ha presumido de que su SUV será el más caro de la categoría sobre la faz de la Tierra.