En cierta ocasión, tuve la oportunidad de participar en una especie de caravana del lujo en la que los participantes teníamos que probar tres modelos de coche que la Marca anfitriona nos proponía. Yo, que siempre he sido así, no quería abusar de tanta generosidad y mi intención la declaré enseguida. Estaba interesado en probar, única y exclusivamente, uno de los modelos que allí se ofrecían. ¡Pues no pudo ser!. Tuve que «comerme» a la fuerza la prueba de los tres. Como ya os habréis figurado por la adivinanza que reza en el título, la carrera la organizaba Porsche y consistía en lo siguiente:
- Se trataba de una comitiva formada por varios vehículos de cada modelo. En cada uno, viajaba un «piloto» y digo bien, porque esos coches no se conducen, se pilotan literalmente. En cada coche había un walkie para comunicar con el director de la carrera, que iba en cabeza, en caso de incidente, retraso, etc.
- Había, en el trazado, señalados dos puntos de parada. Llegados a estos puntos, había que cambiar de coche. De esta forma, el que empezaba a bordo de un Cayman, pasaba en el segundo punto a un Boxter o a un Cayenne, dependiendo del orden de llegada y así entre todos los participantes hasta llegar a la meta.
- La prueba duró aproximadamente 1 hora y media, por lo que tuvimos tiempo de probar a buen ritmo por carreteras viradas los tres modelos en liza.

Tengo que reconocer que en mi vida me había subido a un Porsche, y no por falta de ganas, pero la intención que yo llevaba a esa prueba era la de dar una buena vuelta con el Cayenne. Los deportivos, hasta ese entonces no me llamaban demasiado. Pero tuve la «mala suerte» y lo entrecomillo por irónico, de que me «obligaron a probar los tres» y vuelvo a entrecomillar. Así que acepté «resignado» el reto, teniendo en cuenta que nos dijeron que la cosa iba a ir a buen ritmo. ¡Sin problemas, ya que estamos…!.
- Salida: me toca el Cayman. Se acerca muy amablemente un comercial y trata de contarme que un Porsche se arranca con la llave a la izquierda del salpicadero y no a la derecha, como suele ser habitual. Le comento que ya lo sé, que me gustan los coches y que, aunque no me lo puedo permitir, de momento, sé de qué va la vaina. Tras el primer intento, insiste. – El coche tiene cambio PDK, ¿sabe usted lo que es?-. Pues sí, contesto. Mis coches son automáticos y tienen cambio secuencial, aunque no llevan levas, como éste, pero me suena… Todo en orden. 3, 2, 1 y arrancamos. Lo primero, el sonido. Yo no quería probarlo, lo juro, pero aquel sonido que llegaba al interior del biplaza, me enervaba. Pareciera que entrase en un estado de éxtasis o de calma total con aquel sonido embriagador. Y era un sentimiento contradictorio, porque, a la vez que sentía calma, mi pie derecho sentía unas ganas inmensas de hundirse en el acelerador.
PORSCHE CAYENNE CAYENNE DIÉSEL INT. ¡Curioso, pero cierto!. El primer coche, un Cayenne de dirección de la carrera, acelera y mientras cruzamos la ciudad, ahí está, a la vista. Llegados a la zona de carretera bien virada, comenzó la fiesta. No podía creerme cómo aquel Cayenne que iba en cabeza, desaparecía ante mi vista en unos cuantos segundos y eso que las curvas eran cerradas y bien cerradas. En ese momento (yo era el tercero de la fila), entendí que estaba en otra dimensión automovilística. Mucho había leído sobre las bondades de los Porsche, de todos sus modelos sin excepción, aunque, del Cayenne, había leído en bastantes ocasiones, que por su tamaño, masas a desplazar y altura del punto de gravedad, no era muy recomendable ponerlo al límite, sobre todo en curvas, ya que la física nunca miente y sus leyes se cumplen a rajatabla. Con esos pensamientos que pasaron por mi cabeza durante unos segundos, decidí entrar al trapo, que dirían los taurinos. ¡Pie derecho, para qué te quiero, me dije!. Aquel Cayman salió disparado tras la huella del Cayenne perdido ya de vista hacía unos segundos. ¡Cómo tomaba las curvas ese deportivo, cómo fijaba las ruedas exactamente al punto donde yo quería llevarlas, sin gestos feos de derivas, de subvirajes o sobrevirajes, de malos modos, eso sólo lo pude averiguar yo pilotando aquella máquina!. ¡Qué sensación de seguridad, de aplomo, de energía y de estrés del bueno!. Alcancé al Cayenne en menos que canta un gallo y eso que iba ligerito. Primera prueba, pasada. En el primer punto de control, tuvimos que esperar unos minutos a que llegara el siguiente para cambiar, porque el que iba detrás de mí, y esto no es chulería, que es muy real, me había perdido el rebufo hacía mucho tiempo. Al cabo de unos minutos, llegó el resto de la comitiva. Para entonces, ya estaba yo «caliente» con la prueba.
BOXTER INT. - Primer cambio: Me toca coger el Boxter descapotado. ¡Bufffff. Sólo había probado un descapotable una vez, en concreto un Lexus SC 430!. Pues otra vez a lo mismo. Sonido embriagador y además, al aire libre, que se oye mucho más. Observaba al paso por pequeños pueblos, cómo la gente se quedaba mirando con gesto, entre asustado y admirado, a causa de aquellos sonidos celestiales. Lo mismo de antes, precisión absoluta, control total, desafío a las leyes de la física con mayor confianza que nunca, cambio de marchas PDK delicioso y ajustado a la perfección con el coche que lo monta, dirección exacta, suspensión firme en curvas, pero cómoda en rectas y buenos trazados, tacto de la tapicería de piel exquisito, equipamiento abrumador rodeando toda aquella orgía de dispositivos a tu merced, luces bixenón potentísimas en túneles, seguridad, seguridad y seguridad en definitiva. Llegado el segundo punto, tocaba probar el Cayenne, pero es que no me quedaban ganas para ese momento de subirme ya a él, que era el único objeto de mi pretensión inicial de prueba. ¡Quién me lo habría dicho!.
- Llega el Cayenne y me cambio con mi compañero. Me subo a esa «nave espacial» y ya no me quería bajar más. ¡Houston,tenemos un problema y se llama escasez de posibilidades de adquirir uno!. Pensaba yo que aquello iba a ser como un barco en alta mar a merced de las olas. ¡Sí, sí, que te las creío tú, como diría la Mari de Chambao!. Aquello en las curvas, no se movía e íbamos a velocidad alta. Ahora entendía cómo el director de la carrera, a la primera de cambio, me dejó atrás con aquel «tanque». Suavidad de marcha, control absoluto, seguridad y aplomo y sobre todo confianza que te genera; esas podrían ser las características que aporta un Porsche, así a vuela pluma. Si entramos en detalles, no habría líneas suficientes para cubrir un post en condiciones justas de trato para estos coches.
PORSCHE BOXTER
Llegamos a la meta y nos pidieron una valoración. Mi respuesta fue contundente, sin pensarla y, de hecho, arriesgada, teniendo en cuenta que no conocía de nada al Director organizador del evento. ¡Eres un cabrón, le dije!. Él sonrió, porque entendió enseguida el mensaje. Le había pedido una hora antes la prueba de un Cayenne y él me «obligó» a probarlos todos. Yo le dije que NO ME INTERESABAN LOS DEPORTIVOS. Él me dijo, muy seguro de sí mismo, ¡pruébalos y luego me lo cuentas…!. ¡Eres un verdadero cabronazo, pero me alegro de haberte conocido, tío!.
¿Cuál es el mejor coche que he probado…?. Empieza por P y termina por E. Y he probado unos cuantos y en ocasiones, de categoría, pero, sin duda y hasta ahora, se llama Porsche, pero no el Cayenne, o el Boxter o el Cayman, sino un Porsche, me da igual el modelo.