Alemania pone en marcha un plan de ayudas a los eléctricos con un presupuesto de 1.200 millones de € para cubrir importes de hasta 4.000 euros para la compra de un vehículo eléctrico, además de fomentar ayudas para redes de recarga y para la necesaria investigación.
Desde el año 2010, Alemania se ha propuesto llegar al objetivo de presumir de tener en su territorio un millón de vehículos eléctricos en 2020. Este objetivo, dados los elevados precios y el profundo desconocimiento de los usuarios, además de las limitaciones que venían presentando este tipo de vehículos hasta ahora, ha resultado poco menos que harto complicado a fecha de hoy, por lo que el Gobierno Alemán ha decidido impulsar por la vía rápida de la inyección de dinero al bolsillo del consumidor, la venta de coches eléctricos. Y es que no hay nada como estimular al ciudadano para que adquiera recursos por la vía de la subvención pública. La medida entraría en vigor en junio, es decir, ¡ya!.

No obstante, la solidaridad del pueblo tiene un límite y se ha pactado con las marcas que aporten la mitad de la cifra anunciada, a lo cual han respondido afirmativamente. Esto supone que los fabricantes apoquinarán 600 millones de los 1.200 que anunció el Gobierno de aquel País.
Entrando en materia, Alemania subvenciona la compra de un coche eléctrico puro con la nada despreciable cantidad de 4.000 euros, mientras que para los híbridos enchufables, aporta 3.000 euros. La fecha límite del plan es el año 2020 y las ayudas se irán asignando por orden de solicitud hasta la total desaparición de los fondos disponibles al efecto. La ayuda se otorgará a vehículos que no tengan un precio superior a 60.000 euros.

La instalación por todo el territorio nacional de 15.000 puntos de recarga es otra de las partidas que el Gobierno Alemán ha puesto en marcha, aprobando para el periodo 2017 / 2020 un presupuesto de 300 millones de euros. De esos 300 millones, 200 millones se dedicarán a estaciones de recarga rápida y 100 millones a la recarga normal. Igualmente se subvencionan programas de investigación y desarrollo de baterías, entre otros.
Es la primera vez que Alemania presta atención a este asunto de las energías eficientes en la movilidad. España, por ejemplo, ha protagonizado algunos programas en este sentido, destacando el último y ya agotadísimo PLAN MOVEA, pero como siempre, los alemanes, para una vez que lo hacen, lo hacen bien. Las diferencias son patentes: mientras el plan MOVEA contaba con 13,3 millones de euros para todas las categorías, incluyendo ayuda a la compra y punto de recarga, Alemania dota con 1.200 millones de euros, a lo que hay que añadir otros 300 millones para la recarga, 100 millones para ayudas fiscales y una cantidad no definida para I+D. ¡Vamos, lo mismo en un caso y en el otro!. Alemania lo hace de forma continuada en el tiempo hasta 2020, mientras que España lo hace a trozos, lo que parece bastante poco efectivo al provocar avalanchas grandes al principio y ausencia de adquisiciones posteriores, especialmente, cuando la gente se entera de que estas ayudas han de ser incluidas en la Declaración de la Renta de las Personas Físicas con lo que, las mismas, se ven a la postre reducidas sensiblemente. Pero todo no es negativo para nuestro País. Las ayudas hasta ahora propuestas aquí han sido superiores en cuantía, ya que se han ido dotando partidas con importantes sumas de dinero durante años, cosa que en Alemania se ha empezado a hacer ahora.

Pero para que no quede duda de que la chapuza nacional es intrínseca a nuestro pueblo, el último PLAN denominado MOVEA fue el único que logró entrar en vigor a principios de año (el PLAN MOVELE entró varios meses después de iniciado el año) pero no pudo ejecutarse hasta tres meses después gracias a las muy españolas trabas administrativas en la selección de la empresa colaboradora y a la aplicación informática en la que se realizaban las reservas.
El mercado de los eléctricos está claramente limitado hoy en día por dos circunstancias bien diferentes: la primera son los precios elevados de estos modelos; la segunda, la tecnología permite a día de hoy lo que permite. Para muestra, los siguientes datos. Alemania vendió en 2015 tan solo 24.000 coches enchufables, de los que, aproximadamente la mitad, eran eléctricos puros. Esta cifra comparada con la estimación realizada por la autoridades, está muy lejos de llegar a esas 200.000 unidades que pretendía ver en la calle la Sr. Merkel y sus acólitos.

Un estudio publicado a principios de 2016, indicaba que casi un 70 % de los automovilistas alemanes adquirirían un coche eléctrico si no fuera porque, en casi un 50 % de los casos, se entendía que los precios de este tipo de vehículos no eran precisamente asequibles al bolsillo en condiciones similares de segmento y características. La falta de apoyo financiero fue determinante y desanimó a muchos posibles compradores, por lo que las inversiones en movilidad eléctrica se fueron al traste en Alemania y estos señores, como ya es sabido por todos, no acostumbran a tirar el dinero.
Parece claro que si se quiere limpiar el Planeta de gases contaminantes, habrá que hacerlo a base de chequera, con ayudas a la compra. Otros países como Francia, han optado por otorgar ayudas de hasta 10.000 € para generar compra de coche eléctrico.
Esperemos que en España se rescate la ayuda que estaba en vigor hasta hace poco y se plantee una nueva subvención a la adquisición de este tipo de coches (sobre todo para los convencidos de pacotilla). Si no es así, será muy complicado llegar a unos objetivos más o menos eficientes y a una conducción más limpia en los años venideros. Luego vendremos diciendo esto y lo otro y nos pondremos muy dignos, pero la realidad es que somos unos «ratas» de campeonato. Personalmente, si el Estado me da un ayudita para adquirir un eléctrico, me parecerá genial. Ahora bien; si tengo conciencia de que este Planeta se va al carajo con la forma de vida que tenemos y a causa de las guarrerías que emitimos a la atmósfera cada minuto, me compro el coche eléctrico (o como mínimo el híbrido) a la primera ocasión que se me presente, con independencia de que Papá Estado me dé dinerito o no me dé un «pavo». En Derecho se llama «el animus». Si eres un asesino tendrás el ánimo de matar. Si no lo eres y matas a alguien, posiblemente será por causas ajenas a ti o por accidente (negligencia). Esto, explicado así, de una manera tan sucinta, parece una tontería, pero es lo que implica que te pases el resto de tu vida en la cárcel o que, incluso, te libres de ella. En mi caso, estoy convencido de que hay que hacer algo y mejor antes que después, para evitar que nos gaseemos unos a otros, con independencia de que me ayude el Estado o no. Es una convicción propia y a la primera de cambio que tenga, la pondré en práctica. El que espera subvenciones para esto (siempre muy bien venidas si las hubiere), que sepa que es un rata de libro y que deberían cobrarle un impuesto suplementario por jeta. Y que conste que yo de verde no tengo mucho que digamos, sobre todo de verde de camiseta, pero como no pongamos un poquito cada cual de nuestra cosecha en este asunto, vamos a contribuir a dejarle un planeta muy bonito a nuestros futuros parientes. ¡He dicho!.